En LaudeMMedia nos encanta hablar sobre cómo hacer nuestro trabajo, pero ahora nos queremos poner en plan emprendedores. Está claro que no existe una regla general ni una guía para ser exitoso, pero aún más claro es el hecho de que las personas exitosas tienen ciertos hábitos que directa o indirectamente les han ayudado a llegar a donde están.
Muchos piensan que la clave del éxito está en maximizar su productividad; mientras más se produce más se gana. Sin embargo esto no es del todo cierto. De nada sirve ser altamente productivo si dicha producción no es buena.
En el marketing, podemos entender el valor de la calidad sobre la cantidad. De nada nos sirve enviar cientos de mensajes a diferentes clientes si no nos tomamos nuestro tiempo para realizar un buen análisis de mercado que nos permita llegar a ellos de la mejor manera posible. Lo mejor es invertir algunas horas en investigar qué es lo que quieren y necesitan nuestros clientes, de este modo podremos conseguir mejores resultados aunque enviemos muchos menos mensajes.
Si nos fijamos en personajes como Bill Gates, notaremos que su productividad no ha sido tan alta como su éxito. Fijándonos en su logro más mediático, los sistemas operativos Windows, notaremos que en realidad no se han producido tantas versiones del mismo desde que salió en 1985. De hecho, no todos han sido bien recibidos; sólo hay que recordar la versión Vista, que únicamente funcionó para hacernos amar aún más la versión XP.
La clave del éxito de Windows radica en el tiempo que se toman para lanzar un sistema operativo. Pasaron casi dos años desde que saliera la criticada versión Vista para que pudiera ver luz la versión 7. No importó el hecho de que la versión anterior no fuera tan buena para que se apresuraran. Se tomaron su tiempo para analizar y definir el siguiente producto que lanzarían al mercado. Gracias a ello Windows 7 llegó a ser el sistema operativo líder durante varios años.
Para conseguir semejante paciencia, es necesario tomarnos nuestro tiempo para alejarnos del trabajo aunque parezca contradictorio. Debemos dedicarnos algunas horas al día en crecer personalmente; reflexionar y aprender cosas nuevas que luego podamos aplicar en nuestro trabajo o negocio. Para ello está un hábito que fue definido por Benjamín Franklin en 1716 como la ley de las cinco horas.
Esta ley es muy clara, dedicarnos al menos cinco horas a la semana a nosotros mismos. Actualmente es practicada por el propio Gates y otros exitosos gurús como Marck Zuckerberg o Jack Dorsey.
La ley de las cinco horas ¿En qué consiste?
La ley de las cinco horas mencionada por Benjamín Franklin se basa en que dediquemos al menos una hora al día de lunes a viernes a realizar algunas de las siguientes actividades:
Leer
Si bien la inteligencia no depende de que tanto conozcas, es evidente que mientras más recursos tengas en tu cabeza estarás mucho más preparado para enfrentarte a la vida. Dedicarle una hora al día a la lectura nos puede hacer personas exponencialmente más hábiles. La lectura no solo nos permite aprender, sino también agilizar nuestra mente, de este modo podemos pensar mejor y más rápido.
Muchos argumentan su falta de lectura en el factor tiempo. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que podemos leer hasta 200 libros por año. Claro que cumplir esta meta es excesivo pero ya hay personas como Bill Gates que leen hasta 50 libros al año o Zuckerberg que lee al menos dos títulos por semana.
Reflexionar
La rutina es verdaderamente asfixiante y en muchas ocasiones atrapante. Esto suele pasar mucho cuando nos obsesionamos con el trabajo. Para poder cambiar un poco el rumbo de las cosas, debemos tomarnos nuestro tiempo para reflexionar y pensar en una posible solución. Esta es una práctica tan buena que deberíamos convertirla en un hábito para toda la vida.
Reflexionar no solo nos ayudará a pensar en soluciones, sino que también puede relajarnos y combatir el estrés. Incluso podemos estimular nuestra imaginación reflexionando una hora al día, no siempre debe ser del trabajo, basta con pensar en algo y reflexionar sobre ello.
Experimentar
La experimentación nos permitirá complementar y potenciar nuestras horas de reflexión. Reflexionando podremos tener nuevas ideas y la única forma de saber si funcionan es experimentando, poniéndolas en práctica para saber cómo pueden ser aplicadas e incluso como podremos mejorarlas.
La experimentación es puesta en práctica por empresas como Google, que le concede a sus empleados 20% de sus horas de trabajo en la experimentación, o Facebook, que organiza mensualmente encuentros con sus ingenieros para que reflexionen sobre su forma de trabajar y experimenten nuevos métodos.